La obra, realizada en madera tallada y dorada responde plenamente a los parámetros del estilo rocalla y fue elaborada para la hermandad de la Soledad de Cantillana en el último tercio del siglo XVIII, sustituyendo así una anterior contratada por Juan de Santamaría en 1583.
Su acabado, como solía ser común en esa época, imitaba al mobiliario de alta calidad, que se fabricaban con las maderas más ricas, guarnecidos de carey y ébano, con adornos en bronce dorado a fuego. Este aspecto suntuoso tuvo el sepulcro en su origen, imitando los materiales referidos con las distintas técnicas de la imaginería policroma; así las partes de carey estaban realizadas con oleo sobre el estuco y el bronce con oro fino bruñido, como lo atestiguan diversas catas de limpieza que se han realizado para la realización del informe y propuesta de intervención. Hacia 1830-40 recibió una nueva capa de estuco y dorado quedando los fondos de la obra en color blanco o marfil, muy al gusto de la moda neoclásica.
Su acabado, como solía ser común en esa época, imitaba al mobiliario de alta calidad, que se fabricaban con las maderas más ricas, guarnecidos de carey y ébano, con adornos en bronce dorado a fuego. Este aspecto suntuoso tuvo el sepulcro en su origen, imitando los materiales referidos con las distintas técnicas de la imaginería policroma; así las partes de carey estaban realizadas con oleo sobre el estuco y el bronce con oro fino bruñido, como lo atestiguan diversas catas de limpieza que se han realizado para la realización del informe y propuesta de intervención. Hacia 1830-40 recibió una nueva capa de estuco y dorado quedando los fondos de la obra en color blanco o marfil, muy al gusto de la moda neoclásica.
En la actualidad presenta un estado de deterioro generalizado, fruto de su consecuente uso así como de una conservación inadecuada. Muestra un repinte con esmalte sintético blanco que cubre la totalidad del color marfil, repintes más localizados de diferentes purpurinas sobre el dorado y una acumulación de depósitos de polvo y suciedad general. Presenta desprendimientos localizados del material lignario y de la capa de preparación y algunas faltas, siendo las más importantes varios trozos de talla perdidos, así como fisuras en las uniones de madera.
En primer lugar se están estudiando con más detalle las interesantes catas que se han realizado en distintas partes de la obra, mostrando un paramento anterior y original a su ejecución, que como se ha dicho anteriormente, consistían en la imitación de carey en el exterior y mármol en el interior. La policromía original existente se conserva bastante bien, recuperándose la mayor superficie original posible, adquiriendo un carácter testimonial o como fuente para copiar la nueva, ya que en la fecha que se aplicó el nuevo dorado (década de 1830-40) se rascó la preparación antigua de sulfato de cal con cola, para aplicarle una nueva, perdiéndose casi toda la policromía original. Los testimonios que se han logrado recuperar se localizan en el interior de la urna y el lomo superior de la cornisa (parte no visible y por lo tanto no rascada, solo cubierta con una capa de estuco).
La intervención consistirá en la fijación de elementos sueltos, fisuras, o desprendimientos con distintas colas, tanto la animal como el acetato de polivinilo. Tratamiento de desinfección por inyección y en los sitios que sea posible por impregnación. Limpieza de los depósitos de suciedad, retirada de los barnices oxidados, repintes y del esmalte sintético que presenta. Resanado de grietas, fisuras y pérdidas, así como la realización de las distintas piezas de madera que faltan y su colocación. Por último se procederá al estucado de las faltas y lagunas así como de las piezas de nueva realización, reintegración de las lagunas en el dorado y recuperación de la policromía, realizando de nuevo la imitación del carey según las zonas originales recuperadas.
En primer lugar se están estudiando con más detalle las interesantes catas que se han realizado en distintas partes de la obra, mostrando un paramento anterior y original a su ejecución, que como se ha dicho anteriormente, consistían en la imitación de carey en el exterior y mármol en el interior. La policromía original existente se conserva bastante bien, recuperándose la mayor superficie original posible, adquiriendo un carácter testimonial o como fuente para copiar la nueva, ya que en la fecha que se aplicó el nuevo dorado (década de 1830-40) se rascó la preparación antigua de sulfato de cal con cola, para aplicarle una nueva, perdiéndose casi toda la policromía original. Los testimonios que se han logrado recuperar se localizan en el interior de la urna y el lomo superior de la cornisa (parte no visible y por lo tanto no rascada, solo cubierta con una capa de estuco).
La intervención consistirá en la fijación de elementos sueltos, fisuras, o desprendimientos con distintas colas, tanto la animal como el acetato de polivinilo. Tratamiento de desinfección por inyección y en los sitios que sea posible por impregnación. Limpieza de los depósitos de suciedad, retirada de los barnices oxidados, repintes y del esmalte sintético que presenta. Resanado de grietas, fisuras y pérdidas, así como la realización de las distintas piezas de madera que faltan y su colocación. Por último se procederá al estucado de las faltas y lagunas así como de las piezas de nueva realización, reintegración de las lagunas en el dorado y recuperación de la policromía, realizando de nuevo la imitación del carey según las zonas originales recuperadas.
La urna dieciochesca de rocallas, recuperará de esta forma todo su esplendor, recobrando su aspecto original, por lo cual, cuando finalice la intervención podremos contemplar el Sepulcro con la estética con la que concebido.
Con esta restauración, la hermandad atiende la necesidad de conservar y mantener el valioso patrimonio que atesora, fruto de su dilatada historia, tratándose en esta ocasión de una de las recuperaciones más importantes llevada a cabo en nuestro pueblo en los últimos años.