Entre las piezas más destacables del gran patrimonio de la
Hermandad se encuentra el precioso sepulcro en el que históricamente ha
procesionado el Santísimo Cristo Yacente, que por este motivo es conocido
popularmente como “Cristo del Sepulcro”. Se trata de una de las urnas para
Santo Entierro más antiguas de toda Andalucía, fechada en el siglo XVIII.
Es el segundo sepulcro del que se tiene constancia,
desplazando al primitivo con los cinco ángeles en blanco y oro ejecutados por
Juan de Santamaría en 1583 del cual se conserva solo dos de los cinco ángeles
que se han integrado en la Cruz de guía de la Cofradía. Desde el siglo XVIII
hasta 1990 el actual Sepulcro salió el Viernes Santo portando al Señor yacente;
ese año dejo de salir al construirse el actual paso de misterio.
La excepcional pieza está realizada en madera siguiendo el
estilo rococó, el término rococó empezó a utilizarse ya en el siglo XVIII como
una derivación burlesca de la palabra rocalla (rocaille) que designaba las
decoraciones con forma mixta de palmeta y de concha (rocaille y coquille que
darán origen al término rococó), la Rocalla, de gran aceptación para ornamentar
interiores y grandes lienzos de paredes. La rocalla es un elemento asimétrico
de aspecto cartilaginoso, mitad vegetal, mitad calcáreo, cuyo bordo se enrolla
o enrosca en torno a una escena bucólica o un espejo. En sus motivos
ornamentales llama la atención la asimetría, el uso de curvas y contracurvas,
elementos de rica policromía y abundantes dorados. Esta estética recargada es
la que posee el Sepulcro de Cantillana.
Entrado el siglo XIX, se impone el neoclásico y es cuando se
decide pintar el fondo de la urna de color blanco y la talla mantenerla en
dorado, adquiriendo entonces el aspecto bicolor que han conocido muchas
generaciones de cantillaneros hasta la restauración en 2014. En las cuatro
esquinas superiores tradicionalmente se han situado los ángeles de las
portadas-retablos de San Sebastián y Santa Rita, atribuidos a Bautista Patrone.
El Santo Sepulcro, procesionaba sobre una discreta
canastilla neoclásica que aún se conserva y alumbrado por diversos
guardabrisas, era portado con maniguetas y detrás, llevaba como acompañamiento
musical, los popularísimos “judíos”, figuras emblemáticas de la Semana Santa
cantillanera que desaparecieron a la vez que esta antigua urna dejó de salir.
Estos eran dos hermanos con hábito negro y el rostro cubierto que portaban
tambores enlutados haciéndolos sonar durante toda la procesión en señal de
duelo, aportando un marcado carácter fúnebre al cortejo.
Una vez aprobada la restauración de la Imagen del Cristo, la
junta de gobierno plantea la necesidad de restaurar también este Sepulcro, y
así encarga dichos trabajos al historiador y restaurador Antonio López Hernández,
hermano de esta hermandad. Durante los tres primeros meses de 2014, la urna es intervenida en las propias
dependencias de la Hermandad. Durante la misma, se consolida la estructura y
ensambles y se procede a la recuperación dela estética dieciochesca original,
manteniendo la policromía hallada bajo la superficie blanca y el estuco y
rehaciendo las zonas en las que faltaba.
El Sepulcro, antes de la restauración , cuando presentaba un aspecto bicolor, blanco y dorado. |
De esta forma, el 29 de marzo de 2014 es presentado el
Sepulcro tras la restauración, sorprendiendo gratamente a todos los hermanos y
cantillaneros en general por la vistosidad de las imitaciones marmóreas y de
carey.
El Sepulcro es una de las piezas más valiosas de cuantas
engrosan el extenso patrimonio histórico artístico de nuestra hermandad, además
de uno de los elementos más tradicionales y auténticos de la Semana Santa de
Cantillana, por todo ello, a pesar de que desde 1990 dejó de procesionar, la Hermandad ha decidido ponerlo en valor y se plantea devolverle su función procesional. Actualmente acoge la imagen del Cristo Yacente durante el Solemne Septenario de
la Virgen de la Soledad, formando parte de un Altar efímero en el crucero del
Santuario.