Palidecidas las rosas
De tus labios angustiados;
Mustios los lirios morados
De tus mejillas llorosas;
Recordando las gozosas
Horas idas de Belén,
Sin consuelo y sin bien
Que su soledad llene...
¡Miradla por donde viene,
Hijas de Jerusalén!
(𝘑𝘰𝘴é 𝘔𝘢𝘳í𝘢 𝘗𝘦𝘮án)