martes, 19 de diciembre de 2023

Interesante conferencia de Monseñor Alberto J. Gonzalez Chaves, en el Santuario de la Soledad

El pasado viernes 15 de diciembre, la Sala José Velázquez del Santuario de Nuestra Señora de la Soledad acogía la interesantísima ponencia formativa “Magisterio Pontificio Mariano, a propósito de Benedicto XVI” a cargo de Moseñor Alberto José González Chaves, que se enmarca dentro de los actos del año de la Coronación.

A la llegada al Santuario, Monseñor Alberto subió al Camarín permaneciendo largo tiempo arrodillado a los pies de la Virgen, a la que encomendó la conferencia poniendo a sus plantas los folios con las líneas generales de la misma. La unción sagrada que desprende la milagrosa imagen de la Patrona de Cantillana, su majestad y su expresión de dolor contenido le inspiró para componer unos preciosos versos con los que cerró su disertación.

A lo largo de la conferencia hizo un ameno e interesante recorrido, plagado de datos, por el papel de María en la vida y el pontificado de Benedicto XVI, su devoción desde la infancia en Baviera, los magníficos textos que nos ha dejado con la Virgen como protagonista, haciendo especial énfasis en los dogmas de la Concepción Inmaculada y de la Asunción a los cielos, en pasajes evangélicos concernientes a María, en pasajes como su Natividad, la Visitación, las bodas de Caná y al pie de la cruz en el Calvario, así como a distintas devociones marianas, como el rezo del Santo Rosario en primer lugar o la presencia y los mensajes de la Virgen en las apariciones de Lourdes y Fátima.
Mucha ilusión le ha llevado la preparación de esta conferencia, según manifestó, recopilando multitud de datos y textos que darían para la publicación de un libro, que sin duda sería uno de los frutos de la Coronación de la Patrona.

Monseñor Alberto José González Chaves (Badajoz, 24 de junio de 1970) fue ordenado sacerdote para la archidiócesis de Toledo el 25 de junio de 1995 en la Catedral Primada de España, por el Cardenal Marcelo González Martín. Comenzó su labor pastoral como párroco de Peñalsordo y Capilla, en la provincia de Badajoz y archidiócesis de Toledo. En el año 2003 pasó a Roma para cursar la Licenciatura en Teología Espiritual en el Pontificio Instituto Teresiano. En 2006 se incorporó a trabajar en la Congregación para los Obispos, de la Curia Vaticana.

En 2008 se doctoró en Teología Espiritual en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum, de Roma, con la tesis “Naturalidad en lo sobrenatural Influjos configurantes de la fisonomía espiritual de Santa Maravillas de Jesús”. En el mismo año y en la misma Universidad obtuvo un Máster en Bioética. En 2011 fue nombrado Capellán de Su Santidad por el Papa Benedicto XVI. De 2015 a 2021 ha sido Delegado para la Vida Consagrada con facultad de Vicario para las Claustrales en la diócesis de Córdoba. Imparte cursillos, conferencias y Ejercicios Espirituales en España e Hispanoamérica. Es autor de varios libros hagiográficos y de temas espirituales y litúrgicos.

Entre otros títulos, ha publicado: “Jesús en la Eucaristía. ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?; “Rafael Merry del Val”; “Vida del Padre Rubio. El apóstol de Madrid”; “Beato Marcelo Spínola. El bien a manos llenas”; “Don Marcelo, amigo fuerte de Dios”; “Juan Pablo II. Santo súbito”; “Maravillas de Jesús. Destellos de su vida”; “Santa María Micaela del Santísimo Sacramento. La Santa de la Eucaristía”; “Genoveva Torres Morales. Lo débil del mundo”; “Madre Teresa de Jesús Romero. Un fruto de la Inmaculada”, “Un castillo encantado por Dios. El alma según Teresa de Jesús”, “Messor eram. San Juan de Ávila”.

Monseñor Alberto, que agradeció la acogida de la hermandad y de los cantillaneros presentes, manifestó la entrañable devoción que le inspira la Soledad de María, puesto que la Virgen de la Soledad es la Patrona de su ciudad natal, y despidió la emotiva conferencia, agradecida por el público con un caluroso aplauso con esta décima escrita como hemos dicho, a las plantas de la Virgen en su camarín:

Deja Madre que esa rosa,
de tus dedos se deslice
y de mi alma suavice mi dolor
¡oh dolorosa!,
tu que eres la toda hermosa,
no desprecies mi fealdad.
Pues tus ojos de piedad
me miran como a su hijo,
seas tú sola mi cobijo,
Virgen de la Soledad.