confugimus,
Sancta Dei Genetrix.
Nostras deprecationes ne despicias
in necessitatibus nostris,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta.
Novena de rogativas en honor de
NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
Patrona Canónica apud Deum la villa de Cantillana
Ave María Purísima, sin pecado concebida
Dios te salve María, Hija de Dios Padre, llena eres de gracia...
Ave María Purísima, sin pecado concebida
Dios te salve María, Madre de Dios Hijo, llena eres de gracia...
Ave María Purísima, sin pecado concebida
Dios te salve María, Esposa del Espíritu Santo, llena eres de gracia...
A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA SOLEDAD.
Virgen Santísima, madre del Señor y madre nuestra, que invocada con el dulce título de Nuestra Señora de la Soledad, has venido dispensando a este pueblo una protección singularísima desde hace siglos.
Al recurrir a Ti en esta devota novena de rogativas que te dedicamos como nuestra celestial patrona te pedimos que nos libres de esta pandemia que azota al mundo entero. Sana a todos los contagiados, protege y fortalece a los médicos y al personal sanitario. Acoge bajo tu manto a los fallecidos a causa de la pandemia y dale consuelo a sus familiares. Defiende a nuestro pueblo, ampara a nuestro Santo Padre el Papa Francisco, a nuestro arzobispo Juan José, a los sacerdotes, religiosos y a todos tus devotos hijos de Cantillana que se acogen a tu maternal protección, preparando por medio de Tu reinado entre nosotros, el Reinado prometido de tu divino Hijo y así nos obtengas de la Santísima Trinidad, todas las gracias para nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN
¡Oh Señora mía!, ¡oh Madre mía!, yo me ofrezco enteramente a Vos, y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, ¡oh Madre de bondad!, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión vuestra. Así sea.
ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO ANTE EL CORONAVIRUS
Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.
Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, o Virgen gloriosa y bendita”.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
V/. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.