Ha representado una de las prioridades de los
últimos años y por fin ha podido llevarse a cabo este 2017. En la senda marcada
por la hermandad desde hace casi dos décadas, se incluía una apuesta clara por
la recuperación del amplísimo patrimonio de esta corporación, como forma para
encaminar la revitalización de un pasado glorioso adaptándose a las nuevas
necesidades humanas y pastorales del presente. Muchos han sido los proyectos
llevados a cabo por esta institución y otros tantos los que quedan por
ejecutar, teniendo en cuenta la necesidad y urgencia en los casos graves de
deterioro, se ha ido procediendo, año tras año, a restaurar las más importantes
obras del legado artístico de Ntra. Sra. de
la Soledad.
Las imágenes de San Juan y la Magdalena presentaban
desde hace tiempo un deterioro progresivo, acelerado en los últimos años por la
aparición de grietas y fisuras de extrema gravedad fruto de una combinación de
factores muy diversos: presencia de clavos antiguos, perdida de adherencia de
las colas, dilataciones o malas intervenciones pasadas, etc. La realidad era
tajante; las imágenes no solo tienen uso devocional en sus respectivos retablos
laterales de la Ermita de la Soledad, sino que participan como imágenes
acompañantes en el altar del Septenario y en la procesión del Viernes Santo,
pero su estado de conservación no garantizaba un uso adecuado, era necesaria
una intervención profunda.
Antes de la Semana Santa de 2017 se elaboró el
informe con el resumen de los daños estructurales y superficiales y con el
análisis de los mismos, así como una propuesta de tratamiento que pasaba por el
estudio radiográfico y la intervención final en el taller. El cabildo de
hermanos decidió acometer la restauración fijada en un plazo de cuatro meses,
que con motivo de su complejidad se ha dilatado bastante más. A continuación
vamos a ir resumiendo las distintas fases del proceso con algunas imágenes de
apoyo, aunque no veremos en este artículo el resultado final.
En el caso de la imagen de San Juan Evangelista nos
encontramos ante una obra casi virgen, es decir, con poca o nula intervención
desde su origen hasta nuestros días. Se trata de una imagen de candelero
realizada en madera de pino español de 167 centímetros de altura, con brazos
articulados y candelero inferior formado por seis listones de madera, dos de
ellos se insertan en los pies, tallados hasta el tobillo. Es una obra fechable
en la última década del siglo XVIII, adscrita claramente a la producción
artística del genovés Juan Bautista Patronem y Quarín, quien parece que trabajó
también en las mismas fechas realizado la imaginería del retablo mayor para la
ermita de la Patrona.
Imágenes radiográficas, donde se aprecia el
estado
de las distintas policromías y la gran cantidad de clavos y elementos metálicos. |
Por otra parte la imagen de Santa María Magdalena
presentaba un estado de conservación mucho peor, agravado por varias
intervenciones anteriores que se han ido descubriendo a lo largo de la
restauración. Se trata de una pieza elaborada en madera de pino de 160
centímetros de altura, con candelero no original y brazos articulados de muy
burda factura. Artísticamente se puede encasillar en la escuela sevillana de
escultura de principios del siglo XVIII, los primeros datos documentales datan
de 1717. Las imágenes de rayos x dieron a conocer unos graves problemas de
estructura interna, ocasionados por otras intervenciones donde se habían
introducido clavos de forja en el cuello y torso para fijar la cabeza a una nueva
estructura pectoral.
El proceso de extracción de clavos ha sido alternado
con la retirada de un repinte general realizado con pintura sintética de muy
poca calidad que ocultaba en su totalidad una bellísima encarnadura al óleo,
posiblemente de principios del siglo XIX. El buen estado de conservación de la
misma ha aconsejado recuperarla si bien, las radiografías y posteriormente el
estudio en algunas partes, ha dejado claro que cuenta con dos encarnaduras
anteriores, una primera original, que se encuentra en muy mal estado y una
intermedia, ambas solo en la zona de cara y cuello.
Para asegurar el correcto mantenimiento,
perdurabilidad y uso de esta imagen ha sido necesario realizar un candelero
completamente nuevo con torso y brazos articulados, en esta estructura,
elaborada con el mismo tipo de madera que la obra original, se ha insertado los
hombros y cabeza por medio de un sistema de ensambles de maderas que recomponen
de nuevo el embón del torso, perdido en alguna intervención anterior.
Para terminar cabría destacar el cuidadoso proceso
de reintegración de lagunas y faltas en los que se ha tenido en cuenta la
originalidad de las obras, manteniendo una pátina original y su aspecto más
auténtico, conservando el craquelado de la policromía y algunos otros detalles
solo visibles en distancias cortas.