martes, 16 de mayo de 2017

Galería fotográfica del Viernes Santo


Una cruz vacía con dos escaleras apoyadas sobre ella y de la que sólo cuelga un sudario, nos indica que Jesucristo ha sido descendido de ella. Nos podemos imaginar la escena.
La Virgen a sus plantas recibe Su cuerpo entre gritos y llantos, mientras, como madre rota de dolor, no deja de abrazarlo, besar su santo rostro y cada una de las llagas que destrozaron su cuerpo.
Y para enterrarlo, subiremos la “Calzá”, igual que hacemos para el entierro de cualquiera de nuestros seres queridos. Allí los “marmolillos” son testigos de cómo Cristo ha sido descendido de la Cruz y trasladado a un sepulcro desde donde esperamos que su carne vuelva victoriosa de la muerte. Allí será donde la semilla que se plantó en tierra, una vez pisado y roto el grano, germinará y dará sus mejores frutos.
Allí dos palmeras presencian ese transitar de la gente, ese chorreo incesante que a diario visita aquella ermita, al mismo tiempo que hacen de escolta de ese joyero que custodia la mayor de nuestras joyas.
Cantillana sólo entiende una razón y tuvo que ser la Soledad la que diera sentido a mi pueblo, porque Ella es la dueña de nuestros corazones.
Ella es la mujer que siempre nos aguarda en su ermita , y a su vez es ermita que nos protege entre sus manos .
Ella llora con nuestras desgracias y sonríe con nuestras alegrías.
Ella es la fuerza como Hija de lo Divino y a su vez, delicada madre que nos acuna.

(Del pregón de la Semana Santa de Cantillana de 2017, pronunciado por N. H. D. Jesús Carlos Calero García)


































© Fotos: Rafael Ortiz Ríos