Uno de los estrenos más llamativos que presenta ese año la
Hermandad de la Soledad es la artística bambalina o dosel que cobija sobre el
medio punto del camarín a la venerada imagen de nuestra Patrona. Se trata de
una vistosa pieza de una elegante forma realizada en terciopelo carmesí con
apliques de metal plateado, en el centro se puede leer en letras de metal
dorado, el comienzo de la secuencia del Stabat Mater: “Stabat Mater Dolorosa”.
En el centro de la bambalina se ubica el corazón traspasado,
emblema de la Virgen de la Soledad y de la propia cofradía sobre el que se
sitúa una hermosa corona rematada en un artístico ramo de azucenas de plata
símbolo de la pureza de María y también de la orden servita aludiendo a los
siete dolores de la Virgen Santísima y a los siete Santos fundadores de la
Orden.
La corona y las azucenas se ubican justo en el centro del
relieve de la Santísima Trinidad que remata el cuerpo superior del Retablo,
configurando a la nueva pieza un rico carácter simbólico al representar las
azucenas a la Virginidad de María que fue creada en el seno de la Trinidad
mientras que de forma efímera durante estos días, la corona representa de
alguna forma la coronación de la Virgen por el Padre Eterno, el Hijo y el
Espíritu Santo. La suntuosa pieza, al igual que el manifestador, ha sido
realizada desinteresadamente por varios hermanos y a su decoración neobarroca a
base de hojas de acantos se suma unas guirnaldas vegetales siguiendo la línea
de las que decoran el Retablo Mayor del Santuario. Sin duda una vistosa pieza
que viene a completar el Altar de cultos de nuestra Patrona.